En la calle los partidos ya no mandan


Javiera Bustamante D. 
Viernes 25 de octubre. Gran eje Alameda-Baquedano-Providencia. 

Hoy promete ser la marcha más grande de Chile. Cientos de personas caminamos hacia Plaza Italia en lo que se anuncia será la procesión multitudinaria más grande de los últimos tiempos. Entre trompetas, cacerolas, consignas, aplausos, batucadas, disfraces, banderas y la entonación del “Derecho de vivir en paz” de Víctor Jara, avanzamos con dificultad hacia el epicentro político cultural de la capital. Mientras los helicópteros sobrevuelan la multitud, observo las banderas que replican su flameo en todo el horizonte que mi vista puede alcanzar. El rostro de la nación, el pueblo mapuche, la diversidad sexual y la diversidad cultural se toman no solo esta gran marcha, sino que han sido los rostros de todas las manifestaciones públicas concertadas en esta histórica revuelta social de octubre. Banderas plásticas, de género, más grandes o pequeñas, flameando o cubriendo las espaldas. Cientos de banderas de colores convertidas en un gran símbolo de la lucha social. 

Vuelven a mi memoria el movimiento ANDHA Chile, el asesinato de Daniel Zamudio y el rostro del comunero mapuche asesinado Camilo Catrillanca, todos ellos encarnados en esas banderas que gritan al Estado exigiendo verdad y justicia. Vuelvo a hacer el registro con mi mirada, buscando, quizás en un afán conservador, las banderas que históricamente han dado cuerpo a la manifestación social. Pero no están. No está la bandera del Partido Socialista ni la del Partido Comunista. Alguna presencia de los emblemas de los equipos del Colo Colo y de la Universidad de Chile, pero no de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)ni el rostro de Salvador Allende. No se trata solo de que haya nuevas generaciones; los manifestantes adultos y los abuelos y abuelas tampoco las portan. 

Fuente propia. 

¿Qué significa esta ausencia en medio de un movimiento social que reclama por la injusticia de los últimos 30 años? (“No son 30 pesos, son 30 años”) ¿Por qué en medio del estallido social los partidos políticos no están representados en las calles? Entre la multitud, la memoria del pueblo mapuche, del multiculturalismo y la defensa de la igualdad de género ha abatido a una lucha partidista que pareciera haber quedado obsoleta, o bien, no le dio el ancho para encarnar el ardor y anhelo de desobediencia que siente hoy la sociedad. La desigualdad económica, los bajos salarios y la carencia de un futuro digno para las nuevas generaciones no encuentran respuesta en los partidos políticos más tradicionales. El nuevo pacto social exige en las calles nuevos códigos, una memoria más cultural y política que partidista. 

Fuente propia. 

En medio de este paisaje de protesta, se encumbra una gran bandera negra, confeccionada de plástico y scotch blanco. ¿Bandera anarquista? ¿Bandera de duelo de un Chile que queda atrás? ¿Bandera de fatiga y furia por la desigualdad que pesa sobre nuestra sociedad? Ciertamente, las expectativas frustradas han puesto a los partidos políticos a prueba, la paciencia de miles de personas requiere de una nueva cultura y memoria donde los partidos políticos no mandan. La creencia en ellos parece haberse agotado, sus proyectos, más allá de decirse de izquierda, no encarnan las necesidades actuales, y eso queda reflejado en su ausencia en esta revuelta social. 



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